Puedo pasar mucho tiempo sin
escribir, a veces uno se deja enredar por la rutina, por el día a día, por las emociones, por el amor que no vemos en los ojos del prójimo o que no sentimos
en nosotros mismos.
Fijémonos en cuando nos
ocurre algo en la calle, la gente aunque no te conoce tiene el instinto
natural de ayudarte, en como mejora la calidad de un servicio que necesitas de
alguien cuando eres amable, cortés, considerado, en como empiezas a ganar
amigos incondicionales cuando te vuelves incondicional, en como si siembras
peras, cosechas peras.
Entonces me senté a escribir para no
desconectarme, para compartir, para recordar el valor de las personas, de
los amigos, del que vende los plátanos, el que limpia los zapatos, el que
paga nuestro salario, el que nos transporta, el que cocina la comida que
comemos, el que hace la ropa que usamos, los zapatos que calzamos, de
todas y cada una de las cosas y las personas que hacen nuestra vida más fácil.
Siempre vamos a encontrar desamor,
apatía, abandono, intriga y un millón de cosas negativas que podrán
desanimarnos y querer robarnos la fe en el prójimo, que querrá decirnos
no vale la pena, pero también siempre va a existir el amor para mantenernos
sensibles, dispuestos a dejar pasar lo que no nos aporta felicidad y
tranquilidad y nos permitirá apostar a que podemos hacer mejor al hombre o la
mujer que vemos en el espejo, si nos mantenemos conscientes de que somos lo que
compartimos trataremos de dar lo mejor y por lo tanto recibiremos lo
mejor.
“Sobre toda cosa guardada guarda tu
corazón; porque de él mana la vida” (proverbios 4:23)
Siempre agradecida, Dios es bueno..
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